De estos guiones derivan los estereotipos (2-4)

De estos guiones derivan los estereotipos
David Hernández Palmar
Los actores Saginaw Grant y Loren Anthony en el set de grabación de “Ridiculous Six” (Los Seis Ridículos) Créditos: instagram.com/lorenanthony/

Hace algunas semanas leí varios artículos que citaban la indignación de actores y actrices indígenas de Estados Unidos y su decisión de abandonar el set de grabación protestando en contra del guión sexista y racista del film Ridiculous Six (Los Seis Ridículos), dirigido por Adam Sandler, quien resolvió su “problema” contratando a actores y actrices de piel morena, bronceándolos al punto que luzcan “verdaderamente indígenas”. Luego saldría el cantante de pop Vanilla Ice a defender la “inocente intención”  y “derecho” de Sandler de mofarse de la historia narrada en el film The Magnificent Seven (Los Siete Magníficos) dirigido por John Sturges.
El guión de Ridiculous Six (Los Seis Ridículos),  incluía a mujeres indígenas con nombres peyorativos como Aliento de castor o Sin sostén y una escena de una indígena en cuclillas orinando mientras fuma “la pipa de la paz”.  Pero lo complejo del asunto, son las sutilezas del discurso hegemónico con que se construyen los guiones que racializan la violencia sexual. De estos guiones han provenido los estereotipos históricos sobre las sexualidades de las mujeres negras, asiáticas, latinas y las mujeres indígenas. En el caso originario el estigma dicta que ellas están listas para cualquier hombre (sobre todo un hombre blanco) la pueda salvar de su cultura salvaje.
Para Anahvia Taiyib, en el contexto estadounidense, Las mujeres de color no son vistas como víctimas legítimas de violencia sexual debido a estos estereotipos y sostiene en su escrito “Jezebel, Pocahottie, Mami, and China Doll: Highlighting Racialized Sexual Violence” (Jezebel, Pocahottie, Mami y Muñequita China: La Exaltación de la Violencia Sexual Racializada), que por lo general una de cada cinco mujeres han sido violadas en su vida, y el 44 por ciento ha experimentado victimización sexual. Según datos oficiales, una de cada tres mujeres indígenas, una de cada seis mujeres latinas, una de cada cinco mujeres negras, y un 7% de las mujeres asiáticas serán abusadas sexualmente en su vida.
Con respecto a las indígenas canadienses, el número de violaciones, asesinatos y desapariciones forzosas, van en ascenso. Según datos de la Policía Real Montada de Canadá, 1.017 mujeres y adolescentes identificadas como indígenas fueron asesinadas entre 1.980 y 2.012. La tasa de homicidios es aproximadamente 4,5 veces mayor que la de todas las demás mujeres en Canadá. Además, un informe señala que desde noviembre de 2013, al menos 105 mujeres y niñas indígenas permanecían desaparecidas en circunstancias sospechosas o por razones indeterminadas.
Llanero Solitario y Toro Créditos: Archivo
Sobre el asunto, el reconocido documentalista y productor mejicano Roberto Olivares indicó; …a pesar de las estadísticas contundentes sobre la violencia de género racializada, en muchas películas y series de TV de “vaqueros”, se perfila al “indio” como malo, en muchos casos, por el rapto e intento de abuso sexual de una mujer blanca. Este hecho justifica la respuesta violenta que veremos en seguida en la película. Es una violencia de reacción, heroica y justificada en la trama. Incluso en muchos casos “avalada” por un “indio” que es amigo de los blancos.
Esto también funciona para matizar o suavizar la idea (no deseada) de un conflicto entre razas o culturas. No vayamos a interpretar que son racistas, no. Los blancos no odian a los indios por ser indios, sino por ser malos, y hay algunos que no son malos. Al “indio bueno” lo cobijan y aprecian, incluso podrían dar la vida por él, subrayo “podrían” porque en general sucede al revés. Lo que jamás se explica en estas películas y diría yo, en general en la historia oficial es: ¿por qué están esos blancos ahí? ¿con qué derecho invaden territorios, masacran pueblos y luego se molestan, primero, porque los invadidos y masacrados se defiendan y después, porque no se quieran “adaptar” a la imposición de la que son objeto.

Las ideas expuestas por Olivares nos convoca a reflexionar sobre las “inocentes intenciones” de la noción del cine “para divertir y entretener”, y reconocer que tales prácticas pueden derivar en nuestra extinción como pueblos en nuestros propios imaginarios, en nuestros territorios y en el engrandecimiento de la falsa memoria.